En mis sueños me desperté de un largo sueño en el que estaba soñando que todo lo real era solo un sueño.
Sobre mi respiración agitada corrían largas gotas de sudor que acompañaban el temblor de mis piernas.
En el sueño era consciente de que todo era un sueño, quería despertar pero no podía, flotando arriba de mi cuerpo estaba mi espíritu dando gritos al inerte cerebro para que despertara al inconsciente.
El foco que iluminaba esa escena se apago, dejándome a la deriva en un espacio oscuro y vacio.
En las tinieblas de la oscuridad la luz de un tabaco se encendía, nublando mi visión alterna del presente, alterados mis sentidos veía más allá de la vida.
Loco y sucio me veía exclamando visiones apocalípticas sobre los bancos de una plaza,
comía basura y lloraba la ignorancia de los demás.
En las paredes forradas de la inútil política escribía:
A todo el mundo le gusta creen en las mentiras, eso nos hace sentir que los sentimientos son reales.
¿Pero si al que llaman dios apareciera y digiera que la realidad es un sueño a quien le creerían a los sentimientos que son invisibles o a la realidad que es palpable?
La vida no es un sueño pero tampoco es real, solo es una masa de energía universal acumulada en un cuerpo, somos lo que sentimos creamos lo que creemos.
La visión de la vida de cada persona está limitada a lo que imagina que es la realidad, pero transciende en el inconsciente simbólico de su subconsciente.
Lo que grita un loco, lo que escribe un poeta, lo que pinta un artista, lo que expresa el cuerpo es la esencia de lo que somos en el infinito inconsciente de las formas universales.
Juan Morillo
Sobre mi respiración agitada corrían largas gotas de sudor que acompañaban el temblor de mis piernas.
En el sueño era consciente de que todo era un sueño, quería despertar pero no podía, flotando arriba de mi cuerpo estaba mi espíritu dando gritos al inerte cerebro para que despertara al inconsciente.
El foco que iluminaba esa escena se apago, dejándome a la deriva en un espacio oscuro y vacio.
En las tinieblas de la oscuridad la luz de un tabaco se encendía, nublando mi visión alterna del presente, alterados mis sentidos veía más allá de la vida.
Loco y sucio me veía exclamando visiones apocalípticas sobre los bancos de una plaza,
comía basura y lloraba la ignorancia de los demás.
En las paredes forradas de la inútil política escribía:
A todo el mundo le gusta creen en las mentiras, eso nos hace sentir que los sentimientos son reales.
¿Pero si al que llaman dios apareciera y digiera que la realidad es un sueño a quien le creerían a los sentimientos que son invisibles o a la realidad que es palpable?
La vida no es un sueño pero tampoco es real, solo es una masa de energía universal acumulada en un cuerpo, somos lo que sentimos creamos lo que creemos.
La visión de la vida de cada persona está limitada a lo que imagina que es la realidad, pero transciende en el inconsciente simbólico de su subconsciente.
Lo que grita un loco, lo que escribe un poeta, lo que pinta un artista, lo que expresa el cuerpo es la esencia de lo que somos en el infinito inconsciente de las formas universales.
Juan Morillo
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