Detrás de la culta sociedad el monstruo de la tecnología va inundando cada rincón del espíritu humano, consumiendo cada chispa de la sinceridad en la oscuridad de las apariencias.
Los ojos se saturan de millones de imágenes innecesarias para el crecimiento del alma, la fantasía se encajona dentro de celulares y ordenadores que piensan por los niños del mañana haciendo que el crecimiento de la psique se haga dependiente del consumismo.
La naturaleza ya no se respira con la dulce brisa de las montañas, sino con el humo negro de las fabricas que trabajan a toda velocidad empujando a la ciudadanía a ir tan rápido que ya no pueden identificar sus propios sentimientos.
Los edificios se hacen cada ves más altos, más imponentes y más eclipsantes del azul del cielo que ya no se pueden ver las estrellas.
La consciencia se entorpece en el laberinto futurista de las urbes, apartando al ser de su esencia natural, creando sobre el metal y el plástico una inteligencia artificial que destruye ha su propio creador.
Juan Morillo 26/02/2013
Interesante reflexión! Me gusta. Saludos.
ResponderEliminarGracias Maria es un placer que halla sido de tu agrado
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