Solo y deprimido hice un cohete en el que guarde lo mejor de
mí, y sin pensar mucho lo mande al especia arrancando de mi pecho esos
sentimientos que afloraban mis virtudes ante las adversidades cotidianas. El
cohete voló por las estrellas a travesó el sistema solar y llego a otro planeta
después de pasar por muchas tormentas, alguien en ese mundo lejano lo abrió y
descubrió en su interior un niño que todavía creía en los milagros, un niño que
amaba con sinceridad, un niño que no cambiaba con el paso del tiempo y sus
deseos de superación inspiraban a los demás a luchar por sus ideas. El
extraterrestre que sabía todo los idiomas del universo hecho a andar el cohete
de vuelta a la tierra dejando una nota al lado del niño que viajaba de vuelta a
casa. Al llegar la nave frente a mi salió el niño, abrió mi pecho y se introdujo
en mi corazón leyendo la nota de aquel ser galáctico que lo hizo retornar. La
nota decía: "Encontré este hermoso niño que me inspiro con su alma a ver
el milagro de la vida, justo en el momento en que mi existencia era una rutina
y quería morir, yo quería guardarlo en mi corazón, pero me di cuenta que este
niño vive en el corazón de otra persona, que al igual que yo no se supo
valorar. tal vez fue el destino que hizo que este niño apareciera de la nada
justo cuando quería yo morir, y si es así no te deprimas amigo mío que vas por
buen camino, pero nunca más saques de tu alma a este niño que nace de tu corazón
y te permite hacer milagros con tus bellos sentimientos. Nunca estas solo él
siempre te acompaña, él es tu sonrisa, tu locura. Tu creatividad, la capacidad
de sorprenderte cada día. Gracias por compartirlo conmigo". Con mis manos
en el pecho llore de arrepentimiento y entendí que el niño que llevo dentro es
lo que me hace ser quien soy. Que este mundo gira muy deprisa y las personas
cambia cada 5 minutos por querer aparentar lo que son, ignorando al niño que
vive en sus corazones para ser adultos obstinados de la rutina.
Juan Morillo
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